viernes, 21 de febrero de 2014

Workshop con Jorge Manilla, "Corpóreo-Incorpóreo". Noviembre 2013

Ya han pasado algunos meses desde que tomé este workshop con Jorge Manilla en Walka Studio, Santiago de Chile. No había tenido tiempo de publicar nada sobre la experiencia ni los ejercicios que realizamos durante los 4 días que duró el taller. "Corpóreo-Incorpóreo" hace referencia a la actual investigación de Jorge y a partir de algunas de estas reflexiones desarrollamos 2 acciones, una grupal y otra individual.

Aunque se realizaron en forma paralela, en las fotos les muestro primero el trabajo grupal. Trabajamos en equipos de 3 personas. Se nos asignó un color, y un estado del cuerpo. 
Nuestro color: negro. 
Nuestro estado: cuerpo como cadáver. 


Un muertito antes de quedarse quietecito, pasa por varios estados: hinchazón, explosión, isla cadavérica (un bello concepto) y sequedad, donde lo que queda de piel se pega a los huesos, y toda la efervescente vida que florece en torno al muerto, finalmente se apaga y se vuelve al silencio.

La isla cadavérica fue mi estado favorito. Una vez que un cadáver se hincha y explota, todo este interior entrega nutrientes al suelo, y se crea un aura de vida, donde crecen pequeñas plantas y se alimentan los insectos. Me imaginaba esta "isla" como un contorno florido alrededor de uno, lleno de pequeñas vidas ocurriendo.

Sin pensarlo mucho, tomamos un par de cosas que teníamos a la mano: Una bolsa negra y una masilla de cerámica en frío y comenzamos a investigar cómo podíamos reproducir estos estados a partir de ambos materiales. Hinchamos el plástico, lo hicimos explotar, lo derretimos, creamos una isla cadavérica, etc. En fin, nos divertimos como niñas (siempre lo paso CHANCHO EN EL BARRO en estos workshops inventando cosas). Mientras tanto, hablábamos de podredumbres y gusanos que eran en ese momento nuesta gran inspiración.








Pusimos todos estados estados en un mismo cuerpo, y así nació JORGITO, un monstruito que era como un MINIME de las piezas de Jorge Manilla, porque sin pretenderlo terminamos haciendo algo que se parecía bastante a algunas de sus últimas piezas. A nosotras nos parecía que nuestro Jorgito era un primor.



Y luego vino el trabajo personal. Una relación entre el cuerpo y la joya. 

Para mi el cuerpo es el que refleja la vida que hemos tenido, nuestras cicatrices. La joya, en cambio, nos permite mostrar lo que queremos que los demás sepan de nosotros. Puede ser poder, riqueza, recuerdo, etc. El cuerpo es un reflejo, y la joya una interpretación.


En base a algunos ejercicios en papel, comencé a probar maneras de hacerle llagas, dejar cicatrices, y luego recomponerlos para crear un objeto nuevo, una re interpretación de esta cicatriz en algo nuevo. Hice varias pruebas y operaciones.



Cuando finalmente tuve que traspasarlo a otro material, elegí un libro que encontré en la feria de las pulgas. Era un libro sin tapas, de hojas amarillas, algo roto. Lo compré sin saber muy bien para qué lo usaría. Y me pasó algo inesperado. Mientras hacía esta operación de crear heridas profundas sobre el papel, me sentí terrible. No había caído en cuenta que estaba destruyendo un libro que jamás leería, que nadie más podría leer por mi culpa. Y trataba de leerlo mientras lo rompía y me parecía cada vez más interante. Era sobre Europa, escrito en 1942, justo en medio de las 2 más terribles guerras mundiales. Y yo ejercía una violencia casi sicopática contra él. En fin, fue un proceso raro y algo doloroso. Enajenación, euforia y calma.









Bueno, de este ejercicio nació una serie de broches (aunque solo tengo fotos de 2), cuyo resultado me gustó mucho. Era una cicatriz, pero también era un paisaje. Cuando por fin paré de desgarrar el papel, y lo miré desde lejos, me pareció que era como una hilera de álamos, con cerros de fondo. 

No puedo escapar de los paisajes.... ni de los muertitos.

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